martes, 17 de enero de 2017

CUENTO: " LAS PASTILLAS DE PARMENIO "

 Me atrevo a decirte, a tenor de parecer ridículo, que lo que hoy acontece al género humano no sucede por casualidad. Se me ocurre decir, que lo que estamos viviendo, supera la perversidad humana y, desgraciadamente no hay arista de la vida que escape a estos presagios, en su mayoría inducidos por mentes maquiavélicas, que todo lo convierten en mercancía.
Así se le oía decir al viejo Abelardo Camacho, profesor jubilado, en sus improvisados diálogos y tertulias con Parmenio, este último, un político de izquierda entrado en años, que apelaba a su curtida dialéctica, para explicar cualquier noticia que estuviese en el tapete de los periódicos.
Un lunes apareció en un diario de circulación nacional una noticia titulada en primera página que decía: “Crisis alimentaría se agudiza por guerra económica, bachaqueo y puntomanía” y subtitulaba: “Venezolanos le abren más orificios a la correa, cada día son más los venezolanos que pierden 6 kg  en dos meses, muchos en su caminar parecen ganchos de ropa”.
Leído el titular, el viejo Abelardo lanza a su contertulio unos dardos con directas e indirectas sobre el tema, a lo que este le riposta:
-¡Usted no se entiende! ¡O es para adelante o es para atrás! Esa noticia no llega a categoría de tubazo.
Ahora escúcheme, decía Parmenio:
-Usted, amigo Abelardo, me preguntaba: ¿Por qué habiendo tantos adelantos tecnológicos y cibernéticos estamos pasando las de Caín? ¿Por qué le echamos la culpa a los demás? ¿Por qué los alimentos no son accesibles a todos?
Déjeme decirle, amigo Abelardo, que el problema de los alimentos es mundial, es el reto latente de la humanidad desde que Malthus afirmara que la población crece en progresión geométrica, mientras los alimentos tan solo aumenta en progresión aritmética -y agregó que- hace tres décadas Henry Kissinger dejó caer esta perla: “El que domine el petróleo domina los Estados y el que domine los alimentos domina al hombre por el ombligo, los pone de rodillas”.
Y a propósito -refería Parmenio-, aparecen tres damas o corporaciones del apocalipsis, que ponen a bailar joropo con eso de los alimentos: doña Monsanto (semilas), doña Duphon (abonos), doña Bayer (plaguicidas). Estas doñas manejan la oferta y la demanda, además, de imponer los precios. Pero a ejemplo de los astronautas, la solución la tiene la ciencia con las famosas pastillas, barbitúricos y ampollas para aplacar el hambre, para dormirse por tres meses. Tendremos media población despierta y media durmiendo.
Si estas inyecciones la vendieran hoy en día, el velorio sería colectivo para buhoneros, bachaqueros y puntómanos. La ciencia siempre se sale con la suya. Dios nos agarre confesados.

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