miércoles, 11 de enero de 2017

CUENTO: " EL MOCHO HERCILIO" ( AUTOR SAÚLBRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

¡A mundo aquellos tiempos  de amores de campo! Me contaba mi abuelo Andrés Fernández, que en sus años mozos era un deleite asistir a una fiesta en honor a Santo Domingo; fiesta que hacían los campesinos para agradecer las buenas cosechas. Recordaba que por allá por los años 40 asistió a una velada en el páramo de Mimbáte vía antigua carretera Trujillo –boconó-; eran fiestas donde sobresalía la buena comida y las bebidas espirituosas provenientes de alambiques clandestinos; además de la presencia de bellas muchachas que buscaban ligar el amor de su vida; era un velorio-baile que se realizaba amenizado con músicos e instrumentos tales como: Quinto, violín, cuatro, güiro y maracas al son del merengue campesino, porro, paseíto, que incitaba a las parejas a bailar sobre el piso de tierra; las muchachas  se juntaban a la espera del galán que las sacara a bailar, siempre y cuando el parejo exclamara una copla a la dama escogida como signo de respeto.
Recuerdo  -decía el abuelo Andrés- un verso que decía así: /De lejos he venido/ sin sustos y temores/ Orientando los vientos/ que suspiran mis amores/..Todo marchaba “viento en popa” hasta que apareció un extraño invitado, que al ofrecer una copla se dejó oír del siguiente tenor: /Aquí te traigo esta mansa paloma/ Para que me la guardes en tu pajonal /Porque corre el peligro/ Que la coma el gavilán /. La dama ofendida le contesta / yo no guardo palomas  en mi pajonal/ Pero si se la voy a posar en un pringamosal / Esto originó una trifulca al tiempo que se fue la luz.
Lo cierto es que al llegar la luz yacía tirado y ya difunto un campesino. Pero como dice el dicho -decía el abuelo Andrés- ¡El que la hace, la paga! comienzan las investigaciones policiales para dar con las causas y el autor del crimen. En una primera ronda fueron citados la mayoría de los presentes en el ágape y todos confesaron que no vieron nada porque se había ido la luz; siguieron varías rondas y fue imposible una confesión que condujera al autor del crimen.
Las autoridades notificaron a la juez sobre las diligencias del caso; ésta presionada por la comunidad hace lo imposible por resolver el caso; lee el informe y se da cuenta que “no están todos los que son ni son todos los que están” Faltaba citar al “tonto guanipa” quién nunca faltaba a las fiestas o saraos por este vecindario. El referido personaje fue llevado al estrado y en presencia de todos la juez pregunta ¿Señor Guanipa, estuvo Ud. allí la noche del crimen? Guanipa -responde -Si estuve allí  señora juez. ¡Señor Guanipa! ¿Sabe Ud. quién es el asesino? Guanipa – responde – no sé nada señora juez. ¡Señor Guanipa! ¿Donde se encontraba Ud. la noche del crimen? Señora juez, yo estaba con el “Mocho afuera”. Al oír esa respuesta ordena arresto por 21 días. La comunidad solicita a la juez la libertad del imputado, ya que el detenido había dicho la verdad. La juez ordena traer al detenido al estrado para que se retracte. Este confiesa a la juez haber dicho la verdad, ya que él se encontraba en el patio con el “Mocho Hercilio  Aldana” La juez toda apenada soltó esta prenda: “Entre un tonto y un crimen nos ahogamos en semántica “Amanecerá y veremos

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