martes, 17 de enero de 2017

CUENTO: " LAS PASTILLAS DE PARMENIO "

 Me atrevo a decirte, a tenor de parecer ridículo, que lo que hoy acontece al género humano no sucede por casualidad. Se me ocurre decir, que lo que estamos viviendo, supera la perversidad humana y, desgraciadamente no hay arista de la vida que escape a estos presagios, en su mayoría inducidos por mentes maquiavélicas, que todo lo convierten en mercancía.
Así se le oía decir al viejo Abelardo Camacho, profesor jubilado, en sus improvisados diálogos y tertulias con Parmenio, este último, un político de izquierda entrado en años, que apelaba a su curtida dialéctica, para explicar cualquier noticia que estuviese en el tapete de los periódicos.
Un lunes apareció en un diario de circulación nacional una noticia titulada en primera página que decía: “Crisis alimentaría se agudiza por guerra económica, bachaqueo y puntomanía” y subtitulaba: “Venezolanos le abren más orificios a la correa, cada día son más los venezolanos que pierden 6 kg  en dos meses, muchos en su caminar parecen ganchos de ropa”.
Leído el titular, el viejo Abelardo lanza a su contertulio unos dardos con directas e indirectas sobre el tema, a lo que este le riposta:
-¡Usted no se entiende! ¡O es para adelante o es para atrás! Esa noticia no llega a categoría de tubazo.
Ahora escúcheme, decía Parmenio:
-Usted, amigo Abelardo, me preguntaba: ¿Por qué habiendo tantos adelantos tecnológicos y cibernéticos estamos pasando las de Caín? ¿Por qué le echamos la culpa a los demás? ¿Por qué los alimentos no son accesibles a todos?
Déjeme decirle, amigo Abelardo, que el problema de los alimentos es mundial, es el reto latente de la humanidad desde que Malthus afirmara que la población crece en progresión geométrica, mientras los alimentos tan solo aumenta en progresión aritmética -y agregó que- hace tres décadas Henry Kissinger dejó caer esta perla: “El que domine el petróleo domina los Estados y el que domine los alimentos domina al hombre por el ombligo, los pone de rodillas”.
Y a propósito -refería Parmenio-, aparecen tres damas o corporaciones del apocalipsis, que ponen a bailar joropo con eso de los alimentos: doña Monsanto (semilas), doña Duphon (abonos), doña Bayer (plaguicidas). Estas doñas manejan la oferta y la demanda, además, de imponer los precios. Pero a ejemplo de los astronautas, la solución la tiene la ciencia con las famosas pastillas, barbitúricos y ampollas para aplacar el hambre, para dormirse por tres meses. Tendremos media población despierta y media durmiendo.
Si estas inyecciones la vendieran hoy en día, el velorio sería colectivo para buhoneros, bachaqueros y puntómanos. La ciencia siempre se sale con la suya. Dios nos agarre confesados.

viernes, 13 de enero de 2017

CUENTO: " DIOS PARA AL CAIDO " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016)

Cuando el pesimismo es el colmo de todo, ni el burro se anima!Así lo recordaba el maestro Raúl Gil para referirse a aquellos hombres del campo, que teniendo tierras ricas para el arado se rehusaban a sembrar y producir. En mi vida de estudiante- década del setenta- era común compartir estudios con compañeros provenientes de los campos. Así conocí a dos de ellos, cuya empatía  anidó una hermandad;uno se llamaba Eligío, el otro Manuel, ambos oriundos de un pueblo llamado ” San Lázaro”, ubicado en la serranía de los andes Trujillanos. En unas vacaciones de semana Santa -a solicitud de Eligío- viajamos a aquel hermoso paraje y pueblo colonial, apreciando su paisaje bucólico, río, costumbres, creencias, leyendas, mitos,su gente,su vocación agrícola, su indianidad legada de nuestros ancestrales timoto-cuícas;un abre boca para quién quiera comprender de donde venimos y como nos hemos echado a perder en esa ” pandora” que llamamos civilización.En la vivienda de Eligio, ya cayendo la tarde y al abrigo de un fogón oímos de boca del señor Honoré – padre de Eligío -una historia o anécdota sobre dos familias vecinas cuyas tierras eran bendecidas para la agricultura, sin embargo una vivía próspera y otra en pobreza extrema. La primera familia sembraba y su cosecha era vendida en la ciudad, regresaban con mercancía y distinto utensilios para satisfacer las necesidades del hogar; no así la otra familia, pués solo tenián en la huerta:piedras.Un día bajaron a vender piedras y se burlaban de ellos,regresaban triste y frustrado;pero un día uno de ellos baja al templo,a oír la misa dominical y escucha al cura dando un sermón donde hacía alusión a quienes pierden la fe y esperanza:” esas son piedras muertas” hay que darle vida con el ejemplo del señor que nos cubre de gloría. Eso fue suficiente para que la familia tomaran las piedras amorfas y comenzaran a tallar imágenes del santo y venerable Dr. José Gregorio Hernández, fueron próspero y hoy tienen un museo donde exponen piedras vivas convertidas en imágenes.Con fe lo haces, Dios lo bendice.

CUENTO: " LAS GALLINAS DE ORTELIO " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

 En mi pueblo Trujillo, durante la época de Pérez Jiménez, había una bodega que se llamaba “Onza, tigre y león”, muy concurrida y de parada obligatoria, por ser la mayor y mejor surtida con todo tipo de mercancía.
En dicho establecimiento los fines de semana los campesinos se surtían de alimentos para animales, especialmente para aves de corral, puesto que el dueño, Don Eugenio, era aficionado a las peleas de gallo. Allí había un cartel vistoso que decía “No fio porque pierdo lo mío”.
En esa bodega, me llamó la atención unas cotidianas expresiones que se repetían, que si mal no recuerdo, decían: ” tate quieto, Ortelio”, “Ya vienes con una de Ortelio”, “deja que Ortelio descanse en paz “, ” ya saliste con una de Ortelio”, “Ponle una de Ortelio, “Esa coba no te la como porque está en el libro de Ortelio”.
Estas máximas populares se hicieron famosas en el mentis pueblerino de un grupo o sector a la hora de juzgar a un individuo experto en meter cobas, mentiras, engaños, fraudes, embauques, cuentos de camino.
Esto sucede en cualquier ámbito social; nos referimos al arte de mentir o “cobear”, bien sea, como un mecanismo de defensa, una salida airosa o síntoma de posicionamiento, ante una situación incómoda. Se le considera una salida salomónica ante una dificultad o apremio.
Ortelio, me decía, Don Eugenio, “era un personaje, un libro viviente, analfabeta, oriundo de las altas montañas andinas que rodea al pueblo de San Lázaro”; de allí se vino a Trujillo a temprana edad donde se destacó como albañil y gallero famoso; llegó a ser experto como juez de peleas de gallos, su gallera llegó a tener 200 gallos de pelea.
Conocía todas las trampas y trucos para que sus gallos salieran airosos en cada pelea, y su fama hizo posible que tres ricos muy respetables pusieran bajo su custodia 30 gallinas finas de mucho pedigree, traídas de Cuba y España  para sacarle cría. Tremenda responsabilidad, no por las gallinas, sino por la reputación: un juez, un jefe de policía y uno que tenía fama de matón. Aceptó el trato y junto a su hijo mayor Hercilio, de apenas 10 años, construyó un corral especial para albergar a tan especiales aves.
Un día, Ortelio como albañil fue contratado por una empresa para construir tres edificios en la ciudad de Maracaibo, que lo obligó a ausentarse, dejando a las gallinas bajo la responsabilidad de su imberbe hijo. Pasados seis meses, volvió Ortelio y la sorpresa fue mayor, las gallinas habían desaparecido, los sermones iban y venían.
¿Qué hago ahora? -se decía- nada. Regresó a Maracaibo y cada vez que regresaba para llegar a su casa, cambiaba por veredas para no dejarse ver de sus patrones.
Al año, su hijo Hercilio, culminó los estudios de sexto grado, y su maestra hizo un paseo de despedida escolar hacía el Monumento de la Paz. Al subir la montaña avistó un curioso hilo, tomándolo en sus manos, siguió la ruta del mismo, conduciéndolo a la famosa cueva de la Virgen de la Paz y allí consiguió las 30 gallinas echadas. También vio tantos huevos,  que se mantuvieron tres días cargándolos en tobos para su casa, llegando a recoger 500 huevos.
Al llegar Ortelio, oyó la historia, pero no sintió la alegría por el rescate, sino que le contó a su hijo que su mayor alegría era haberse caído de pie de un octavo piso, saliendo ileso, pues solo se le dañó el “contrafuerte” de sus botas. Esta fue la mayor salida salomónica de un par de “mentiritas frescas”. De esta vaina salimos premiados, “con la suerte no hay quien pueda”. Don Eugenio, remató “hijo de gato, caza ratones”.

jueves, 12 de enero de 2017

CUENTO: " PALOMINA YEGUA ADIVINA"

La década de los 70 es inolvidable por su música y juventud; los jóvenes en su mayoría estaban al tanto de las modas. Se concluían las "Torres Gemelas" símbolo e ícono de la sociedad de consumo, impuesta al mundo occidental bajo la premisa del "úsese y bótese".

En ese contexto, pasamos nuestra juventud en el barrio Alameda Ribas, parroquía Matríz, municipio Trujillo, aferrados a nuestras costumbres, por demás muy sanas y creativas.

De lo bueno poco, dice el dicho. Llegó la moda del fisicoculturísmo bajo la influencia de Hércules, Charles Atlas, el Santo "el enmascarado de plata" y los canales de televisión de la época que promocionaban la lucha libre como espectáculo.

Recuerdo que muchas viviendas de nuestro vecindario fueron convertidas en gimnasio, ring de boxeo, alzamiento de pesas. Nadie quería ser famélico o alfeñique, todos querían una musculatura de gladiador, que le permitiera ser el centro de atracción de las féminas del barrio y ganarse el respeto de los de su género.

Por las tardes bajaban a la plaza Bolívar y se exhibían en franelillas con la cabeza engomada de brylcreem, profesaban un narcisismo puro y se convirtieron en galanes.

Entre estos destacaron: Orlando "El Astronaúta"; Nelson "El Volador" y Lorenzo "el Chaparrín".

un día llegó a Trujillo el Razzan Circus y montó carpa por un mes,con animales tales como monos,leones,elefantes, loros, tigres, yeguas,payasos, acróbatas,adivinos, trapecistas etc.

A través de la única emisora Radio Trujillo se anunciaba el espectáculo; esto cayó como anillo al dedo a mis amigos quiludos que ahora ocupaban los primeros puestos dentro de la carpa, pues se estaban enamorando de las despampanantes chicas del circo, cosa que poco le gustaba al dueño del circo, quien se veía con cara de pocos amigos y quien decide presentar a la yegua Palomina, la yegua que adivina. Ante los asistentes se presenta un payaso y la cuadrúpeda blanca y pregunta al público si quieren saber quienes de los hombres presentes no tienen interiores? Sii! gritaron desde las gradas aborrotadas de gente. El payaso le ordenó a la yegua Palomina que diera dos vueltas alrededor de la carpa y se parara al frente de los tres hombres que no tienen interiores y la susodicha se paró en dos patas exactamente delante de los tres galanes.

La trifulca todavía se recuerda y el circo dejó la peluca. Los amores platónicos y de circo son artificiales

CUENTO: " LAS BURRAS DE CASILDO "


Casildo era un campesino que se dedicó a criar burros, los traía de las llanada de Monay con el propósito de alquilarlos como bestias para cargar arena y materiales pesados hacía los cerros de Trujillo; llegó a tener 50 burros entre machos y hembras, que albergaba en un pequeño potrero. Allí colocó un aviso que decía: ” se alquilan burros y burras” a 30 bolívares por día y a 150 bs la semana.Era un amor con sus burras, de ellas hizo una especie de haren, a cada una le puso un nombre a flor de labios:: azucena, Rosita, Filomena,doña Carmen, Trabuca,Mil amores, La poncha, La Turca, La peluda y cachifa. Un día llegó un italiano a alquilar 10 burras por una semana y cerraron contrato;pasado el tiempo estipulado en el convenio, el musiú ni las burras se volvieron a ver. El dueño preocupado salió una mañana a buscar al europeo y a sus burras,viendo que no había ni rastros de lo que buscaba, se dirigió al pueblo más cercano y en el camino se topó con un muchacho y le preguntó sobre el musiú, señalando sus características y el motivo de su búsqueda, a lo que ” beto” – así apodaban al muchacho – le confiesa que según la descripción que usted me da, no hay duda que el personaje es el dueño del circo ” Los Miguelitos ” que precisamente comienza mañana sus presentaciones en las fiestas patronales de San Roque; esta información descompuso a Casildo, por la lluvia de presunciones que inundaban su mente sobre el destino de sus burras. Montado en su ” “Rajamula” – así se llamaba su mula preferida – galopó hasta llegar al circo ” Los Miguelitos” y estando frente a frente con él musiú, le reclama en tono molesto su incumplimiento con el regreso de sus adoradas burras, éste sin inmutarse le riposta:sus burras se murieron. Al oír tan cínica respuesta, Casildo se puso a llorar sus burras y el italiano se reía a todo dar. De pronto se aparece ” beto” y consolándolo le dice al oído: ! señor casildo! no se preocupe que sus adoradas burras están vivas pero hay que hacer algo porque dentro de ese circo corren riesgo, aquello le volvió el alma al cuerpo y siguió al joven hacia una cabaña donde vivía un anciano y oída su angustia, el longevo señor le dijo: vaya mañana y se para al frente de la carpas y solo tiene que esperar ver lo que va a suceder; así hizo y de pronto se apareció dentro de la carpa un inmenso y descomunal burro, que detrozó el circo y provocó la estampida de todos los animales. Al italiano no le dió tiempo ni de ponerse los pantalones al tiempo que exclamaba: " MIA MADRE ! CHE ASINO NON E DI QUESTO MONDO E IL DIAVOLO DI PERSONA...FINITO CON IL CIRCO. BURRAS SE HO PRESO QUEÍ VOLTI...HO FATTO LA MAMMA? Casildo todo emocionado lloraba de alegría en el medio de sus 10 adoradas burras, ofreciendo como agradecimiento un rosario cantado a San Roque. 

CUENTO: " MI PRIMER PERRO "


En un diciembre del año 70, Luisito, un muchacho de 14 años recibe como regalo un cachorro de Pastor Alemán y llegó a alcanzar tanta empatía, que ambos se hicieron fans uno del otro. Un día se le extravió y fue tanto el abrumo, que cayó  en estado de tristeza y depresión; pasó muchos años con el ” Síndrome del perro”. Se hizo devoto de San Roque. Buena parte de su vida la dedicó a recoger y rescatar perros de la calle, actividad que era criticada en su entorno vecinal y familiar. Su excesivo altruismo era tal, que escribió una historia, donde hace un parangón entre el filósofo Diógenes de Sicope y el Venezolano “Pedro el de los perros” éste último oriundo de Mérida. Comienza su relato apuntando: El perro es el animal más humano de cuantos viven en nuestro entorno, dándose una simbiosis entre ambos, de tal manera, que en el sentir popular palpita aquel adagio que dice. ” Mientras más conozco al hombre, más quiero a mi perro ” Así establece un parangón entre el sabio y Pedro. Diógenes – decía Luisito – vivió una vida de perro en su andar filosófico y se hizo llamar ” Diógenes el perro” Un día fue invitado a un banquete de unos ricos, allí le lanzaron unos huesos a manera de afrenta; el sabio se dirigió a la mesa y comienza a orinarse encima tal y como lo hace un perro.Otro día – decía Luisito – se le presenta Alejandro Magno y le pregunta: ¿ Porque te llaman ” Diógenes el perro? a lo que el sabio responde: “Porque alabo a los que me dan, odio a los que no me dan y a los malos los muerdo” Enseguida – luisito- comenta en su historia la vida del merideño ” Pedro el de los perros”:    En Mérida se hizo leyenda “Pedro el de los perros” un hombre de mucho caché social y se entregó en vida a los vicios, llegando a mudarse a Lagunillas y vivir de un basurero, de allí recogía desechos y construyó su vivienda, adoptó todo tipo de perros que eran botados al basurero, llegando a recoger más de 200 semovientes, haciéndolos su familia. Un día enfermó. Murió en un hospital de Mérida, siendo llevado a una funeraria y, faltando 10 minutos para salir el féretro, se aparecieron los perros y se echaron al rededor del muerto, luego se fueron misteriosamente. ¿Cómo hicieron los perros para llegar al sitio? ¿Quién los orientó para estar a la hora precisa? ahora si entiendo que en asuntos pasionales las mujeres nos digan ” sigue tu perra vida.

CUENTO: " TALLER DE REMOJOS LITERARIOS"

Todo mundo quiere ser alguien en la vida, y en la adolescencia los sueños y las utopías pretenden alcanzar el cielo, lo máximo; unos para alimentar su ego, otros para dar un aporte a la sociedad; pero dicen en mi pueblo, que tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe; muchos quieren o se creen artistas sin tener aptitudes para ello, eso sucede en el mayor de los casos y la frustración no tarda en aparecer.
Hace muchos años, en la época de los setenta, en Trujillo, ciudad capital, siendo adolescentes, llegó la fiebre de escribir, ser literato de la noche a la mañana, era como un sarampión hablar de la novela, ensayo, cuento y de cuanta composición escrita apareciera; es más, muchos se trajeaban al estilo de los grandes escritores de esa época: barbudos, chaquetas negras, calzones negros, con flores en los bolsillos y llegaron al colmo de fundar un supuesto taller literario, donde eran invitados lo más granado de los imberbes poetas, que en forma autodidacta incursionaban en el complejo mundo de la literatura.
Este taller al aire libre se realizaba todas las tardes en las inmediaciones de la plaza Alameda Ribas del municipio Trujillo, allí asistían estudiantes y algunos profesores universitarios. Mi amigo Víctor fue invitado a formar parte, por ser extrovertido, serenatero, aventurero, jugador y mujeriego, era un verdadero “encantador de culebras” enamorado y galán a todo dar; además de ser un gran versador, escritor y declamador de “loas” de amor y de cuanta tragedia humana atormentaba la cotidianidad del trujillano de la época.
En el taller se le exigía al participante llevar dos poemas por día, para luego ser evaluados por un profesor universitario, chivudo, de extraños comportamientos, que se ocultaba bajo la supuesta estampa de intelectual inquisidor de los escritos que mi amigo Víctor llevaba cada noche, producto de su inspiración y desgaste intelectual; así comenzaron a llegar noveles escritores de diferentes lugares de la ciudad de Trujillo, de San Jacinto, las Araujas, Tres esquinas, Timirisis, Santa Rosa, calle Arriba.
A cada miembro se le exigía un seudónimo, mi amigo Víctor seleccionó el de “Rajamula” en honor a la única mula que no pudo montar el diablo.
La cosa marchaba bien, pues los poemas iban y venían cada noche; sin embargo, para mi amigo Víctor, la situación no era color de rosa, pues cada vez que presentaba su producción literaria, el profesor- poeta, lo evaluaba cayéndole a palos a sus sufridas creaciones literarias, le indicaba que en el escrito los personajes estaban muy estáticos, fríos, que estaban impregnados de mucho nihilismo, falta de colorido, ambientación deficiente, con escasez de realismo mágico, que tenía que darle más vida a los personajes y cosas parecidas que hoy no recuerdo; pero dentro del taller había una dama cuyos atributos físicos eran un símil de la bomba de Puerto Rico o de Diosa Canales, su presencia hacía corto circuito en la hormonas del susodicho profesor – poeta y de varios de los aprendices.
Cada vez que la despampanante dama leía sus poemas, al profesor le entraba en su cascaron humano una danza de raras emociones que nadaban en las aguas del Dios Baco mezcladas lujuriosamente con los espíritus de Eros y Afrodita, a ella le colocaba 20 puntos por sus escritos deficientes, muchas veces sin leerlos; esto molestó a “Rajamula” y para la siguiente jornada literaria buscó un compendio de escritores famosos ganadores del premio nobel de literatura y seleccionó un poema del poeta irlandés Samuel Beckett y lo copió poniéndole el seudónimo de “ Rajamula” para luego llevarlo a consideración del profesor, éste sin mucho disimulo lo calificó como un poema de mucha pobreza literaria y se dio el tupé de un solo plumazo aplazar a la Academia Sueca que otorga el premio Nobel y al ganador del mismo el gran poeta Irlandés.
Mi amigo Víctor, le dijo al profesor: “Usted acaba de evaluar uno de los poemas más puros de la poesía universal”. Rajamula a raíz de esa experiencia traumática optó por desenvolverse en terrenos menos escabrosos para sus limitadas aptitudes artísticas, siendo hoy un mecánico de media monta y el profesor –poeta es hoy productor de chimó andino. “Dios libre a mis amigos de meterse a brujos sin conocer la yerba”.

CUENTO: " MI ANILLO DE GRADUACIÓN" (AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ,2013 )

Hay alegrías que se esfuman; así pasó el día en que el “Negro Albino”, por fin se graduó de bachiller en un conocido liceo del municipio Trujillo, conquistó su primer laurel en calidad de “jubilado”, luego de haber pasado 9 años en incansables batallas con las “Tres Marías”, no era para menos, éstas le tenían el motor fundido como estudiante.
Albino nunca fue aplicado, pero sí, astuto e inteligente, lo llamaban el “Rey de las Chuletas”, cualidad que le permitió saber que en el “multígrafo” estaba su futuro, puesto que allí los profesores llevaban los borradores, para multigrafiar los temibles exámenes que teñían de rojo los boletines de notas, los susodichos exámenes eran entregados con mucho celo a un bedel que llamaban “Mantequilla”; por cierto, muy apreciado por alumnos y profesores.
Cuando venían los exámenes, se le oía decir “¡No queda otra, nos salva Mantequilla!”, activando su modus operandi, que consistía en montar vigilancia al multígrafo de lunes a viernes. Al multigrafiador nunca le faltó su desayuno ni ciertos favores monetarios; así, con traspiés y todo, logró graduarse de bachiller en Humanidades. Recibió su título y su anillo de oro 18 kilates, con una piedra montada sobre el bisel del mismo, modelo “ojo de buey”, que se convirtió para él en una especie de amuleto, siempre que conversaba o tertuliaba, hacía ademanes con sus manos, para hacer posar las miradas de los contertulios sobre aquella joya sin la cual no era nadie.
Sin embargo, al año siguiente pierde la prenda en una jugada de ludo; luego de haber pasado empeñada en infinidad de bares de la localidad.
Ahora viene lo bueno; para la década de los 70, las tres universidades más acreditadas eran la UCV, ULA y LUZ. Una noche, Albino prepara sus maletas y aborda un bus de la empresa de transporte Las Delicias, que cubría la ruta Trujillo-Caracas, con el propósito de estudiar filosofía y letras, selección que hace por razones obvias.
Pasó 10 años en la UCV, mejorando su modus operandi hasta que culmina su carrera que lo deja ahíto de alegría y placer por tres cosas: el título, el discurso del rector José María Bianco y el anillo de promoción. Regresa a Trujillo, no sin antes, tener una trifulca con el “Lusitano” dueño de la pensión donde pernoctó toda su vida como estudiante, la deuda era inauditable en alquiler y comida. Siempre recordaba la maldición del europeo “El que la hace, la paga”.
El Negro Albino nunca ejerció su profesión, no nació – según él- para eso, y tomó como oficio ser taxista, especialmente los fines de semana, ocasión que le permitía conocer todos los bares de la ciudad; un día ya sesentón y ebrio perdió los estribos y durmió en una “cochinera” en medio de 200 puercos, allí resbaló y perdió el anillo; al amanecer, era indescriptible, el estado del licenciado, quien todavía rascado se le oía cantar aquellos estribillos del recordado cantante Gualberto Ibarreto que decía: A cuerpo cobarde/ Yo traigo una pea/ Que Dios me la guarde/ La puerca conmigo / Y yo con la puerca. El anillo nunca apareció y Albino terminó los últimos días de su vida matando puercos.
“Antes se podía calzar un anillo, hoy ni siquiera una manopla”.

miércoles, 11 de enero de 2017

REFLEXIONES SOBRE LA PARTICIPACION COMUNITARIA

La evolución del hombre como ser sociable, es constante y va supeditada a los tiempos y  coyunturas. A veces sorprende ver en el barrio, en la comunidad, tantos problemas sin dolientes; sus vecinos viven como “turistas” en su propio entorno, se observa poca o nula participación u organización.
A pesar que se ven juntos los vecinos en actos religiosos o reencuentros, caminan y van por las mismas calles, veredas y caminos; sin embargo, pareciera que predominan ciertas barreras, donde aflora el egoísmo, la rivalidad, vanidad, ausencia de pertenencia.
Se habla del surgimiento de personajes muy pintorescos, propia de la picaresca criolla y bastante urbana, se trata del “agachado”, ese nunca está ni en pasado ni en presente, este personaje hace símil con el “vivo criollo” que ha perdurado a través del tiempo y cuya filosofía es el “cuanto hay para eso”. Sin embargo, es una constante la tendencia del hombre a juntarse, a estar cerca el uno del otro; es algo así, como un mecanismo de defensa innato, un instinto de conservación.
Animal débil: el hombre es entre los animales, el más débil ante las adversidades y las inclemencias de la naturaleza, especialmente, las de su propia especie. Desde un principio fijamos en la mente el devenir social del hombre; este fue creado al sexto día, no obstante, Dios creó de antemano todo lo que necesitaba para sobrevivir: tierra, agua, aire, frutas y especies animales, sabanas, praderas, montañas, climas, entre otros; es decir, dispuso las condiciones para que el hombre perdure y no perezca.
También consideró que no debía estar solo, construyó de su propia costilla una mujer, una compañera para que no lo aflija la soledad y para que viva en comunión recíproca.
Visto de esa manera, se puede considerar que el hombre nace bueno porque es obra de Dios y vino al mundo a buscar el bien común, a dar y recibir. Llegó para levantar, construir y vivir en comunión bajo unas reglas y preceptos que hacen posible su felicidad, así como su perpetuidad como género humano.
También le concedió el don de la procreación: «Amaos los unos a los otros», sumando la palabra, el verbo y la comunicación que son reconocidas como herramientas fundamentales para que dialécticamente se entienda con los otros, sus semejantes y puedan juntos crecer en colectivo y permita diferenciar al ser humano del resto de los animales.
Atendiendo a estas premisas, se puede afirmar, sin equívocos, que no hay razones para el hombre deje de ser altruista, benévolo, virtuoso, sabio y constructor de su propio destino en comunidad. Ser incompleto.
Pero, el hombre en su evolución ha demostrado que es un ser incompleto, condicionado por su propia naturaleza, por las condiciones de carácter ambiental, cultural, religioso de grupo, relaciones de poder, vecindad, rivalidad; así como de sus “taras” psicológicas, instintos innatos. De ese mosaico surgen actitudes y comportamientos sociales que giran entre lo justo y lo injusto, sociable e insociable, legal o arbitrario, egoísta o solidario.
A continuación, es pertinente considerar las afirmaciones que sobre este tópico dan luces algunos autores, especialmente sobre el hombre y su naturaleza social: «No existe ser humano extra social» (Cornelius Castoriades, 1922-1977).
Juan Jacobo Rousseau y sus ideas sobre “Salvaje bueno”, con el que se explica después de sociedad o contrato social como una necesidad para superar los obstáculos.
Thomas Hobbes afirma que el hombre es “mezquino” y “egoísta” en estado natural y se asocia para evitar la muerte violenta. Este planteamiento lo conseguimos en su obra Leviatán y aliña su observación con una frase muy sugerente sobre el particular Homo homini Lupus, el hombre es un lobo para el hombre; que según Hobbes, el “egoísmo” es básico en el comportamiento humano, aunque la sociedad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia.
Aristóteles, afirma que: «El hombre es un ser sociable, incapaz de vivir solo». Ser sociable, la evolución del hombre como ser sociable, es constante y va supeditada a los tiempo de épocas, coyunturas; es decir, condicionado por los cambios, esto se explica porque nada es estático, todo cambia y se transforma.
El hombre es “mundano”, sociable y político (BirdartCampis, 1950). La mundanidad, significa que el hombre esa situado con sus circunstancias, su cultura y su historia, que dirige los cambios y la perduración de los comportamientos. Entonces, la mundanidad es la relación dinámica del hombre, lo que nos conduce la idea de sociedad. Significa que el hombre convive con los demás, relacionándose e interactuando a través de símbolos y transmisiones de ideas.
Volviendo a Aristóteles, este afirma que «Solo el hombre entre los animales posee la palabra para manifestar lo conveniente y lo dañino, lo justo y lo injusto. Es decir, por naturaleza la ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros».
Por otro lado, entre los social y lo político, surge el estado paternalista que sustituye la voluntad del vecino para buscar soluciones a los problemas que le afectan en lo individual y colectivo, disminuyendo de esta manera el surgimiento de verdaderos líderes que se avoquen a la organización y se conviertan en actores y ductores de su propio desarrollo, tanto individual como colectivo.
Estatismo asfixiante. Este protagonismo del estado constituye una barrera contra la participación protagónica. Desde nuestra vida escolar, hace bastante tiempo, los maestros narraban del “manojo de espigas” que explicaba la angustia de un padre al ver a sus cuatro (4) hijos divididos, perturbados por la desunión.
El padre tomo la iniciativa de llamar a sus hijos otrora, en permanente rivalidad y egoísmo entre unos y otros. Frente a los cuatro, les mostró el “manojo de espigas”, y a cada uno los emplazó a que quebrara el manojo, ninguno pudo; luego el padre los llamó de nuevo y sacó del ramo una espiga para la quebraran y el resultado fue obvio.
La conseja de este cuento es: “Unidos somos fuertes, desunidos o divididos seremos débiles”.
Ante tales consideraciones y conocida la naturaleza del hombre, es menester buscar un punto de encuentro, donde los hombres convengan en regular y normar su convivencia, donde no se permita la imposición del más fuerte, más apto, recordando aquella premisa del socialismo: «A cada quien, según su capacidad, a cada quien según su necesidad».
De conformidad con lo anteriormente expuesto, nace la imperiosa necesidad de crear el Estado, institución que tiene su origen en un contrato de los hombres convertidos en ciudadanos; este tiene como objetivo mayor el bien común y se fundamenta en la constitución que expresa el mapa o el modelo de país que se ansia, a la cual todos deben acatar y someterse por el bien de todos.
Proceso de transición en Venezuela. Se está viviendo un proceso revolucionario de transición del capitalismo hacia el socialismo, donde se abren ventanas de la participación, pasando de una democracia participativa a una democracia protagónica que permita al ciudadano ser actor de su propio proceso de crecimiento.
A través de los consejos comunales y del poder comunal se logra transferir poder al pueblo, todo ello sustentado en una arquitectura política y jurídica que garantizará un nuevo modelo que descansa en la organización-participación democrática y para lo cual se requiere un alto sentido de convivencia revolucionaria que vaya más allá de lo inmediato y de lo cotidiano. Porque nadie defiende lo que ignora, lo que no conoce.
Para concluir, la participación y el sentido gregario deben ir acompañados de la voluntad que es una manifestación de nuestro interior, de nuestra convivencia, de nuestra espiritualidad; solo así se conduce hacia el logro del bien común, la justicia y la equidad, es la convivencia y la verdadera comunión entre hermanos.
Diálogo y unidad. El verbo, la palabra y la comunicación son herramientas para el encuentro, la comunión, convivencia, todo ello permite la unidad dentro de la diversidad, la inclusión y a reconocernos que tenemos diferencias, debilidades y actitudes que pueden ser equilibradas en función del grupo, del colectivo; es el reconocernos en el otro.
El verbo y la palabra bien orientada y conducida sanan, recrean, unen; mal orientadas hieren, dividen, destruyen. Aprendamos de las abejas, de las hormigas. Necesitamos trabajar en equipo y en colectivo.

CUENTO: " UNOS MONOS PARA RECORDAR EN TRUJILLO " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )


Hay historias que se viven y nadie las quiere contar; yo que no era cazador, me enrolé en las filas de un grupo de cazadores veteranos y expertos, entre los que recuerdo a Orlando Linares, el viejito "Tomoche" y Rómer Briceño, de este último se decía que le quitó la cría a una tigra parida, trío al que admirábamos porque cada uno tenía en sus casas un museo de mascotas momificadas: babillas, caimanes, monos cunaguaro, macacos, venados, guaches, rabipelados, culebras, lochitas, gatos de monte, loros e infinidad de especies, cuyos nombres se desconocían por su carácter exótico.
Un viernes Santo después de haber pasado una semana en plena selva del parque "El Guaramacal" del municipio Boconó, nos propusimos regresar, por cuanto no tuvimos la suerte esperada, éramos nueve cazadores; caminábamos selva abajo por debajo de inmensos e imponentes árboles y de pronto sentimos la presencia de varias bandas de monos entre araguatos y macacos cuyo aullido se escuchaba a 50 kilómetros.
Recuerdo que eran más de 50 monos que se movían entre los ramales en actitud amenazante, como insinuando que desocupáramos su hábitat así lo entendimos y apuramos el paso, pero un compañero para no regresar en blanco o para ahuyentar a los monos, cargó su escopeta y disparó dando en el blanco a un monito bebé que andaba a la diestra de su mona mamá.
Esto provocó la ira de toda la manada de monos y de otras que se agregaron por el instinto de supervivencia, corrimos por más de dos kilómetros, hasta llegar al sitio donde habíamos dejado aparcados los vehículos de regreso ( camión 350, camioneta Toyota y un viejo volkwagen modelo escarabajo); apenas pudimos entrar y cerrar los vidrios para protegernos de los monos enardecidos que en pocos minutos cubrían los capots de nuestros vehículos, todo era miedo, dolor y confusión, se nos vino el mundo abajo, no era para menos, la presencia de una madre mona que lloraba ante nuestros ojos con el monito bebé que yacía moribundo y ensangrentado entre sus brazos. Al mismo tiempo, infinidad de monos aullando golpeaban los parabrisas. Se les observaba nerviosos y llorosos; la mona acurrucaba en su pecho su cría fallecida. Aquella escena nos dejó mudos y sin aliento, todo era dantesco.
Hoy, todavía esta en nuestros recuerdos aquella triste historia que nos dejó marcados como algo que no debió suceder. Por eso les dije "hay historias y relatos que no debieron suceder y que nadie las quier contar".

CUENTO: " EL PERIQUITO DE LA SUERTE " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )


Durante la época de los sesenta, era notorío en los pueblos andinos la presencia de unos señores muy pintoréscos, que entraban y visitaban los caserios con unas jaulas muy vistosas, dentro de las cuales había un periquito que adivinaba asuntos relacionados con la suerte, negocios, salud, pero sobre todo hacía anuncios infalibles sobre el futuro amoroso para parejas casadas o amancebadas. La jaula  tenía al frente  una cajita o pequeño archivo ordenado alfabéticamente según la necesidad del cliente, contentivo el mismo de una serie de papelitos estampados con los signos del zodiaco y unos escritos qu dejaban ver al cliente su situación con relación a la suerte. amor, salud, además traían el numero salidos en las famosas ” loterías de animalitos”. Estos señores, practicaban una técnica  de adivinación con aves, que en tiempos ancestrales era conocida como ornitomancia, que era una manera de observación de la vida a través de las aves, es una forma de lectura de augurios provocados. En el siglo xix este viejo arte de la ornitomania se redujo a la actividad de los “adivinos callejeros” quienes daban sustento  a pericos entrenados. Aquel que deseaba que le leyeran la fortuna, buscaban a tales adivinos y pagaban una pequeña suma de dinero. El perico bajo la inducción de su dueño y en medio de sus graznidos elegía el papelito en que se revelaba la fortuna de la persona. Los mencionados señores eran unos expertos psicólogos en el manejo de las emociones humanas; con este curriculo llegó a mi pueblo Trujillo, un señor ya entrado en años, elegantemente vestido, de corbata roja, sombrero cubano, con aspecto del típico ” encantador de culebras”. El misterioso personaje con su “perico adivinador” pasaba todos los fines de semana por mi casa y por toda la vecindad. En sus visitas se iba enterándo de todas las calamidades, además, de las  goteras morales y vivenciales que ondulaban en la mente de los vecinos y su imposibilidads de taparlas con esfuerzo y trabajo; de ahí, el astuto vendedor de ilusiones tomaba el material necesario para redactar y tipiar sus pequeños recetarios, especies de recipes para curar el mal de amores y hasta cualquier desequilibrio hormonal. Yo tenía un vecino llamado ” Jacinto” pero le decian cariñosamente “Tronco” porque toleraba todo, su mujer le era infiel, era extremadamente negativo y fatalista; además, tenía una suegra negra y ” tuerta”, rechoncha,mal encarada y de paso bruja, no había mañana que no lo maldijera. De todo esto estaba enterado el dueño del perico. Un día Jacinto, astiado de su situación, esperó al “perico de la suerte” y solicitó por tres bolivares la lectura de su destino. El dueño coloca la jaula a la vista de Jacinto Y abre la puerta de la jaula y le dice al perico en tono suave: Rua…Rua periquito real, adivínale la suerte al que está en el portal. El perico en medio de sus graznidos tomó un papelito que Jacinto guardó para leerlo en la intimidad. Recuerdo que el papelito decia lo siguiente: ” Si vieres un una tuerta y suegra buena, tomadlo por milagro, hecedle la cruz a una infiel y cuidate de toda mujer calva, rompe la tinaja y busca agua pura en cántaro nuevo” Jacinto se fue de la casa y la suegra comenzó a tener pesadillas por culpa del “periquito de la suerte” ojalá volviesen aquellas fiestas patronales donde eran infaltables estos aleccionadores periquitos de la suerte.

CUENTO: " ENTRE GIORDANO Y DIÓGENES " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

Que hacer si en la cara de mis amigos veo desconfianza, inseguridad, rabía, ganas de no estar,no ver ,no sentir, en muchos veo en viva escena la metamorfosis de kakfka. En estos tiempos que transcurren, tan dados a la corrupción y a la gente insaciable, acumuladora de riquezas sin esfuerzo, con testaferros dentroy fuera de nuestras latitudes, gente que ” cuando no se vende, se alquila “donde cada quién se disfraza a su conveniencía en este carnaval de oportunistas;donde veo a mi pobre Venezuela como una Vaca lánguida y macilenta, sobre su lomo una badera roída y deteriorada como vestimenta de mendígo, además de una docena de buitrez, a la espera de otros postrados sobr sus ubres ( PEDEVESA, SIDOR, ARCO MINERO,BCV,entre otras) ya saciados y al reventar. ! Ay mi pobre Venezuela!Son tiempos de Pándora, de los nudos gordianos y de la Lámpara de Diógenes ante la crisis moral que yace en los linderos forenses de la descomposición social, donde la mayoría calla como masoquistas contumases y quienes hablan, no son otra cosa que ventrílocos de los ecos que retumban en las catacumbas de los partidos políticos, especies de santuarios donde los cadaveres políticos se agracían y saludan  con un frenesí propio del templo del cinismo; son tiempos donde se induce el ” todos contra todos”. Todo este difuminado de detalles con arístas de orden social, económico, político,moral, tienen un denominador común: la corrupcción y su poco o débil castigo; ahi está el ” nudo giordiano ” de nuestra crisis y donde se necesitan las mejore voluntades pasa desatar ese complejo entramado de hilillos a travéz de un punto de encuentro y partida, donde la mirada debe ser profunda,clara y cristalina, a la hora de dibujar el país que queremos dejar a las nuevas generaciones, cuyo apalancamiento debe ser el trabajo honeto, producción, estudio,lucha, creatividad e innovación, donde la riqueza sea producto del esfuerzo individual y/o colectivo.Nadie se quede en la gradas como simple espectador.
Yo recuerdo los años 80, cuando sobre el tema de la corrupcción se ent¿revist¿aba a un “Ayathola del Puntofijismo…si mal no recuerdo, era Gonzálo Barrios; se le solicitaba su opinións sobre la corrupción _ que eraya notoria en los más altos niveles de la administración pública con ribetes de escándalo – en su respuesta el cont¿ertulio dejó caer esta perla :” EN VENEZUELA NO HAY RAZÓN PARA NO ROBAR, PUESTO QUE LOS INSTRUMENTOS DE LA ADMIISTRACIÓN PÚBLICA ESTÁN DISEÑADOS PARA QUE UN FUNCIONARIO ENTRE DE COTIZAS Y SALGA MULTIMILLONARIO….NO IMPORTA QUE SEA EN ASEADOR O EL PORTERO” Por otro lado nuestro recordado escritor Arturo Uslar Pietri, preocupado por este flagelo afirmó :” En Venezuela el que no roba es considrado un pendejo”.
t¿odas estas reflexiones me extrapolan a los tiempos de estudiante y¿ recordar las clases de filosofía que nos impartia el recordado profesor Jesús López,margariteño, a quién no volvimos a ver, pero le recordamos como por su calidad de educador.
Evoco hoy sus diserciones sobre Diógenes o la Lámpara de Diógenes que el común de la gente las toma como simples mitos y leyendas, pero sus contenidos muy apropiados sobre la descgracia que ocasiona la corrupcción y las  “malas mañas” que corroen los cimient¿os de la sociedad y el Estado.
Diógenes decía lo que pensaba, no tenía pelos en la lengua, no conciliaba con los poderosos porque sabía de donde manaba su poder; vivía con poco; sobre el personaje recuerdo una de sus anécdotas muy recurrente para estos momentos y que mayormente llama su atención; cuando un conocido que servía al rey, viendo a DIÓGENES comiendo lentejas a lapuerta de su tinaja, le dijo ” SI TU TRABAJARAS PARA EL REY NO NECESITARIAS COMER LENTEJAS”. A lo que el filósofo respondió: ” SI TÚ PUDIERAS COMER LENTEJAS NO TENDRÍAS QUE TRABAJAR AL REY”, al comienzo del artículo en comento se decia ” Aquí el que no se vende, se alquila” y agregaría, son muchos los que se venden por un plato de lentejas. Estos pensamientos de DIÓGENES se transfiguran delplano metafísicoalrealacontecer vivencialde estos tiempos de tmpestades donde la esperanza y  el temple son el clarín de la patria que no espera.

CUENTO: " AMORES DE PÁRAMO "( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016)


Yo lo vi, lo viví, estuve allí; los tres eran mis amigos, juntos vivimos historias de todos tipo, como le sucede a la mayoría en su juventud, en sus aventuras, en ese afán que se mueve más en la suerte y en el azar que en los dictados del sentido común, en muchas de ellas salimos con las tablas en la cabeza.
Ramiro Cortéz, Juan Gómez y Antonio Milla eran buenos parranderos. Con ellos asistí a un matrimonio de unos parameños en un pueblito llamado “Burrero” de Santiago en el municipio La Quebrada, estado Trujillo, llamado así, por la venta y superpoblación de este tipo de semovientes.
La fiesta era en una casa grande y solariega, con un inmenso patio que servía de corral para descanso de las yeguas, mulas y sobre todo burros, mientras sus dueños bailaban; había de todo: música de cuerda, comida y parejas de sobra, las muchachas todas bellas y maquilladas con el denominado “carmín” muy propio de nuestras abuelas.
En este tipo de festejo campesino se anda por el camino del medio; el dueño de la fiesta y padre de la novia abre el baile ofreciéndole a su hija -como es la costumbre- para iniciar el baile una estrofa que recuerdo decía así:
“Eres como una vientecito
que abre ventanas por la mañana
hoy te casas blanca palomita
vuela a traer aromas a esta tu linda casita…
Terminada la copla como signo de respeto, le seguían los música a todo dar; así mismo cada parejo que pretendiera bailar una dama, debía ofrendar una copla a su pareja.
La sala era grande y no cabía una pareja más. Ramiro era un hombre fuerte, dos metros de estatura, usaba guayabera blanca, sombrero dominguero “Pelo e Guama”, fumador, pendenciero cuando la situación lo amerita y buen catador de bebidas espirituosas; se dispuso a sacar a bailar una dama, pero un parameño bien fornido, con cara de pocos amigos respondió por la dama en tono autoritario: “¡La dama que usted pretende no sale a bailar con nadie, mientras yo esté aquí!”.
Era un reto en las propias narices de mi amigo Ramiro, el parameño era un hombre pendenciero, que no se sentaba porque la daga que cargaba no se lo permitía. Además, se veía acompañado de una caterva de parameños de los llamados “malas pulgas”. El incidente llamó la atención de todos los presentes, que obligó a varias parejas a abandonar la sala, pues se corrían muchos comentarios sobre la presencia de los parameños; no obstante, mi amigo Ramiro, dejó pasar un tiempo y repitió la solicitud a la dama que era el centro de admiración por su natural belleza, la respuesta la dio de nuevo el parameño, pero en esta oportunidad con mayor agresividad, al punto que se veía venir una trifulca; así fue, al salir Ramiro al patio, fue insultado y tuvo que defenderse al ver que una docena de parameños comenzaron a agredirlo; la pelea colectiva termina debajo de una recua de burros, cuando Ramiro le lanza un “barrecampo” al parameño de la dama; éste se agacha y Ramiro da en la frente de un burro, matando al cuadrupedo y logrando que los parameños se retiraran en estampida. La fiesta continuó y Ramiro se coronó la dama.

CUENTO: " EL ABUELO DEL CONUCO " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

Siempre recuerdo a mi inolvidable amigo Juán Andrés. Han pasado muchos años de los incidentes de que ahora cuento; pero a pesar de ello, los traigo a colación con cierto recelo y diría con cierta reserva, que prefiero que antes que sean creídos o considerados inverosímiles lo tomen como algo producto de mi imaginación o una borrachera de ficción de un echa cuentos para recrear al lector.
Ahora bien, estando ya fuera del alcance de la justicia humana el personaje con el que más directamente se hallan relacionados los hechos, es loable y posible relatar el caso de manera que no cause perjuicios a nadie. Habíamos salido juan Andrés y yo a recorrer como de costumbre la plaza del pueblo, entramos a la panadería de los españoles Castrillón, donde se daban cita los parroquianos del lugar a disfrutar un cachito, café, pizza o cualquier delicates que hacía la estancia más placentera.
Regresamos a eso de las 7 pm cuando ya la ciudad comenzaba a asomarse como una pesebre de luces. Al llegar a nuestra casa, Juan Andrés prende la luz de la sala y al instante suena el teléfono una y tres veces más, lo que atrae la atención de mi amigo. Al otro lado del auricular se deja oír una voz anónima, que le anuncia algo, que estremecerá la opinión pública del pueblo, por las consecuencias morales de los implicados en los tristes sucesos.
Desde hace  mucho tiempo – decía el interlocutor anónimo – siendo un niño de apenas 10 años pude ver cuando su padre, un acaudalado propietario enterraba a media noche un centenar de monedas de oro y otras prendas de incalculable valor; para ello, se llevó al hijo del mayordomo, que era mudo y analfabeta, su nombre era Marcial y le decían ” Cigarrón” quién se encargó de abrir la fosa revestida de ladrillo cocido y sus respectivas tapas, encima de ella se sembró un naranjo, que sólo él y su padre juraron  guardar el secreto y que en caso de fallecer el segundo, quedaba comprometido de revelarle a su esposa el secreto.
Rondaba yo los 30 años -decía el extraño- cuando el mudo Marcial murió en extrañas circunstancias. Luego de oírlo por un buen rato -Juan Andrés pregunta- Y a fin de cuentas ¿Que interés le mueve a usted en llamarme?, sencillo -replicó el extraño- usted lo sabe. Ya Juan Andrés, sospechaba la calaña de bandido con quién trataba. Intuía para sí dos interpretaciones lógicas en este tipo de conducta: la primera, que el bandido era necesario, por cuanto era el único que conocía el secreto después de su padre; la segunda se abría como un abanico de interrogaciones, entre ellas ¿cual  fue la causa de la muerte del mudo?, ¿Quién mató a Marcial?, ¿Que interés había de por medio para matarlo? Para ello Juan Andrés debe identificar al misterioso, que a su juicio, conocía muy bien a toda su familia.
Las llamadas iban y venían en cuanto a días y meses. Su padre era buen comerciante de granos y ganado, que le permitía relacionarse con todos los comerciantes del pueblo. Dándole tiempo al tiempo, Juan Andrés se convirtió en un investigador obsesionado, por esclarecer lo que para él era un punto de honor. Visita varios comerciantes y comienza a atar cabos, que lo llevan a ir esclareciendo la trama.
El mudo -dijo un comerciante- siempre llegaba a mi negocio y consumía una botella de “Ron Santa Teresa” que le provocaba delirium tremens, es decir, hablaba con incoherencias. De esta manera, siempre se le veía acompañado de un hijo natural de Don Antonio, quién nunca lo reconoció ni se lo hizo saber a su hijo de matrimonio.
La noche que apareció Manuel muerto había estado en el local comercial de Miguel Marín -de origen Canario- y según él, Marcial se despidió bien borracho en compañía de un sujeto , cuyos rasgos físicos eran parecidos a Don Antonio. Con estas evidencias, Juan Andrés solicita al jefe civil y al juez del pueblo, que interroguen al Mayordomo, así lo hacen: ¿A que edad su hijo conoció a Marcial? A la edad de 10 años- luego pregunta ¿cuantos años tenía su hijo cuando mataron a Marcial? 30 nos responde. ¿Quién cree usted que tumbó el naranjo y profanó el secreto de Don Antonio? una persona de mucha confianza- contestó- La última pregunta fue de este tenor: Después de usted, Don Antonio, Juan Andrés, quién más tenía derecho a entrar a la propiedad? No tengo duda, señor Juez: mi hijo Herminio, ahijado de mi patrón. Herminio confesó el crimen y esclareció su dudosa paternidad- que según su madre muerta -su verdadero padre era quién hasta ahora fingía ser su padrino.

CUENTO " CONFESIÓN DE PARTE " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

Siempre recuerdo a mi inolvidable amigo Juán Andrés. Han pasado muchos años de los incidentes de que ahora cuento; pero a pesar de ello, los traigo a colación con cierto recelo y diría con cierta reserva, que prefiero que antes que sean creídos o considerados inverosímiles lo tomen como algo producto de mi imaginación o una borrachera de ficción de un echa cuentos para recrear al lector.
Ahora bien, estando ya fuera del alcance de la justicia humana el personaje con el que más directamente se hallan relacionados los hechos, es loable y posible relatar el caso de manera que no cause perjuicios a nadie. Habíamos salido juan Andrés y yo a recorrer como de costumbre la plaza del pueblo, entramos a la panadería de los españoles Castrillón, donde se daban cita los parroquianos del lugar a disfrutar un cachito, café, pizza o cualquier delicates que hacía la estancia más placentera.
Regresamos a eso de las 7 pm cuando ya la ciudad comenzaba a asomarse como una pesebre de luces. Al llegar a nuestra casa, Juan Andrés prende la luz de la sala y al instante suena el teléfono una y tres veces más, lo que atrae la atención de mi amigo. Al otro lado del auricular se deja oír una voz anónima, que le anuncia algo, que estremecerá la opinión pública del pueblo, por las consecuencias morales de los implicados en los tristes sucesos.
Desde hace  mucho tiempo – decía el interlocutor anónimo – siendo un niño de apenas 10 años pude ver cuando su padre, un acaudalado propietario enterraba a media noche un centenar de monedas de oro y otras prendas de incalculable valor; para ello, se llevó al hijo del mayordomo, que era mudo y analfabeta, su nombre era Marcial y le decían ” Cigarrón” quién se encargó de abrir la fosa revestida de ladrillo cocido y sus respectivas tapas, encima de ella se sembró un naranjo, que sólo él y su padre juraron  guardar el secreto y que en caso de fallecer el segundo, quedaba comprometido de revelarle a su esposa el secreto.
Rondaba yo los 30 años -decía el extraño- cuando el mudo Marcial murió en extrañas circunstancias. Luego de oírlo por un buen rato -Juan Andrés pregunta- Y a fin de cuentas ¿Que interés le mueve a usted en llamarme?, sencillo -replicó el extraño- usted lo sabe. Ya Juan Andrés, sospechaba la calaña de bandido con quién trataba. Intuía para sí dos interpretaciones lógicas en este tipo de conducta: la primera, que el bandido era necesario, por cuanto era el único que conocía el secreto después de su padre; la segunda se abría como un abanico de interrogaciones, entre ellas ¿cual  fue la causa de la muerte del mudo?, ¿Quién mató a Marcial?, ¿Que interés había de por medio para matarlo? Para ello Juan Andrés debe identificar al misterioso, que a su juicio, conocía muy bien a toda su familia.
Las llamadas iban y venían en cuanto a días y meses. Su padre era buen comerciante de granos y ganado, que le permitía relacionarse con todos los comerciantes del pueblo. Dándole tiempo al tiempo, Juan Andrés se convirtió en un investigador obsesionado, por esclarecer lo que para él era un punto de honor. Visita varios comerciantes y comienza a atar cabos, que lo llevan a ir esclareciendo la trama.
El mudo -dijo un comerciante- siempre llegaba a mi negocio y consumía una botella de “Ron Santa Teresa” que le provocaba delirium tremens, es decir, hablaba con incoherencias. De esta manera, siempre se le veía acompañado de un hijo natural de Don Antonio, quién nunca lo reconoció ni se lo hizo saber a su hijo de matrimonio.
La noche que apareció Manuel muerto había estado en el local comercial de Miguel Marín -de origen Canario- y según él, Marcial se despidió bien borracho en compañía de un sujeto , cuyos rasgos físicos eran parecidos a Don Antonio. Con estas evidencias, Juan Andrés solicita al jefe civil y al juez del pueblo, que interroguen al Mayordomo, así lo hacen: ¿A que edad su hijo conoció a Marcial? A la edad de 10 años- luego pregunta ¿cuantos años tenía su hijo cuando mataron a Marcial? 30 nos responde. ¿Quién cree usted que tumbó el naranjo y profanó el secreto de Don Antonio? una persona de mucha confianza- contestó- La última pregunta fue de este tenor: Después de usted, Don Antonio, Juan Andrés, quién más tenía derecho a entrar a la propiedad? No tengo duda, señor Juez: mi hijo Herminio, ahijado de mi patrón. Herminio confesó el crimen y esclareció su dudosa paternidad- que según su madre muerta -su verdadero padre era quién hasta ahora fingía ser su padrino.

CUENTO: "MUERTOS QUE HABLAN " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ,2016 )

En los Andes y sobre todo en Trujillo ha perdurado la costumbre de permanecer con el difunto toda una noche, como un signo de solidaridad, manteniendo costumbres ancestrales: es una velada de reconocimiento a quien perece. Cada quien tiene una cosmovisión del más allá. Teniendo 12 años asistí al primer velorio y la sorpresa no fue mayor, a las doce de la noche el muerto se estiró y la urna se abrió, la carrera fue mayor. El muerto quedó solo.
De cuentos o anécdotas privan la del entierro de la señora Rafaela Baroni, quien murió y en pleno entierro despertó y quienes llevaban el ataúd dejaron la peluca, ella todavía guarda el ataúd en un museo en su vivienda en Betijoque.
En Mérida se hizo leyenda “Pedro el de los perros” un hombre de mucho caché social y se entregó en vida a los vicios, llegando a mudarse a Lagunillas y vivir de un basurero, de allí recogía desechos y construyó su vivienda, adoptó todo tipo de perros que eran botados al basurero, llegando a recoger más de 140, haciéndolos su familia. Un día enfermó. Murió en un hospital de Mérida, siendo llevado a una funeraria y, faltando 10 minutos para salir el féretro, se aparecieron los perros y se echaron al rededor del muerto, luego se fueron misteriosamente. ¿Cómo hicieron los perros para llegar al sitio? ¿Quién los orientó para estar a la hora precisa?
Otro caso es el de la señora Evangelina, mujer casta y pura que tomó los hábitos de monja toda su vida y en su entierro se aparecieron dos estelas de mariposas blancas y amarillas y sobre el féretro dibujaron una imagen del Santo Rosario.
En la calle arriba de mi pueblo se murió un beodo y en su entierro se desprendió un táparo de avispas “mata perros” y atacaron a todos y salieron en estampida, dejando al difunto en plena carretera.También  recuerdo que asistí al sepelio de mi vecino y amigo de infancia Renato Avila, quién en vida regentó una bodega detrás de la catedral de Trujillo, allí todos los días cumplía con el hábito de dar de comer a un centenar de palomas; cuando íbamos ruta a la catedral se hizo un pare con el ataúd frente a su bodega y los acompañantes del féretro pudimos  observar en pasivo y misterioso silencio la repentina aparición de infinidad de palomas que sobrevolaban por encima del féretro y luego se montaron en el techo de la bodega, luego al seguir ruta hacia la catedral las palomas volaron hacía el campanario de la catedral. Los acompañantes terminaron afirmando que lo que se veía era una justa despedida en agradecimiento al amor que manifestó el amigo por este tipo de aves.       
Parece que los muertos tienen su última palabra o su peculiar despedida.

CUENTO: "MI CASA EN NAVIDAD " ( SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016)

En nuestras horas de conticinio, en esa estancia de soledad y regazo, que nos induce a evocar el tiempo pretérito y la fuentes de nuestra natura, nos permite hacer lectura con miradas profundas, las vivencias incrustadas en los retratos de familia; además, del  afecto, respeto y espiritualidad, que emanan de esa estampa imperecedera que cuelga en alguna pared de mi hogar: el retrato de mi madre. Viene a mi memoria, cómo era mi casa materna, y puedo recordar, que era así más o menos si no exactamente como lo narro:
Entre paredes de bahareque estaba construida mi casa, era una sala larga, de aproximadamente 13 m2, de techo de zinc sobre rolas de madera, dividida en dos cuartos, cuyas paredes eran elaboradas con “biombos“ de cartón piedra; en la parte trasera de mi vivienda había un patio con un pequeño jardín, donde abundaban plantas, flores y algunos árboles frutales, todos muy andinos; además, un horno y un fogón para elaborar panes, luego sustituido por una cocina de Kerosene. La vivienda era indiana, muy análoga con el tipo de vivienda indígena legado de nuestras ancestro aborígenes Timotocuicas, pues, nuestros padres provenían de nuestros páramos; ella de Mimbate y él de la Pedregosa. Éramos cuatro hermanos: Julio Alberto Briceño (+), Saúl, Jorge Ignacio (+), Gilberto; perdimos a nuestro padre siendo aún muy niños; mi madre María Lucinda Fernández Briceño, se hizo cargo de nosotros a pesar de todas sus carencias de tipo  material, pero con una grandeza espiritual y afectiva, que se convirtió en el valor agregado que requiere un hogar para mantener la luz de ese farol que llamamos hogar.
Que grande fue mi madre, valiente, honesta, de carácter maternal inconfundible; nos cuidaba como la gallina cuida sus pollitos debajo de sus alas. Recuerdo que siempre nos bajaba a oír misa en la Catedral de Trujillo, hicimos todos la Primera comunión en manos del obispo Monseñor José Ignacio Camargo de la diócesis de Trujillo y, nos conducía al taller fotográfico del recordado y respetado Sr Enrique Zuleta, allí nos retratábamos al lado de la imagen del corazón de Jesús, todavía permanecen esas bellas imágenes en cuadros con sus respectivas “Cañuelas”. En navidad siempre se esmeraba por hacer las mejores hallacas, su pesebre era igual, allí dejábamos la carta al niño Jesús pidiéndole el regalo deseado; le abría las puertas al niño Jesús para colocar debajo de la almohada, dentro de los zapatos o debajo de la cama el regalo del niño Jesús; era una inmensa alegría el amanecer del día 25 de Diciembre y conseguir el regalo esperado; aunque no aparecía el que nosotros pedimos en la carta, quedábamos contentos; hoy sabemos las razones porque el niño Jesús no podía complacernos con la bicicleta, patines; lo mismo ocurría con la llegada de los Reyes Magos.
Allí aprendí los valores que templan el carácter y moldean esa arcilla humana portadora de energía y talento que requiere nuestra patria para apalancar el progreso en base al trabajo y al esfuerzo. Nos enseñaron a ser honestos, responsables, siempre en la mira puesta en el futuro, tanto de nosotros, como de la sociedad y el país que lo reclama. Nuestros padres dieron  tanto con tan poco. Aprendimos que el tiempo es oro: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” Aprendimos también, que toda riqueza sin esfuerzo es el pecado capital que hunde a una sociedad y al país en su conjunto.
Sentimos hoy con tristeza como los cambios sociales fueron enterrando costumbres esenciales del hogar, la aparición de la tecnología y los inventos transformaron todo lo bueno en nombre de la civilización; ahora la preocupación mayor es el confort; la llegada del “ayudante de cocina” la televisión, la moda, la sociedad de consumo trastocó valores esenciales; la mesa como centro de compartimiento familiar desapareció como tal, ahora cada quién vive en su cuarto como una isla humana, ataviado de vericuetos tecnológicos, juegos cibernéticos, internet, que obligatoriamente conducen al individualismo alienante. Por esas ventanas virtuales entra todo tipo de virus demenciales que tienen como objetivo cambiar el comportamiento en pro de la robotización del ser humano; valdría decir, estamos en una sociedad dónde la premisa mayor es: úsese y bótese.

CUENTO: " LA VIUDA NEGRA " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ,2016 )


De ella solo se conocía su pasado, su nombre era Soledad, mujer de estampa mística, ojos negros, expresivos y de mirada penetrante,piel curtida, de aspecto latino; poseía todos los atributos que la naturaleza suele dar a ciertas mujeres, solo que tenía un pronunciado lunar en la mejilla derecha; se decía que había mandado a sus tres primeros esposos al cementerio, todos murieron en extrañas circunstancias.La llamaban “la viuda negra” o “la dama de los besos del Bodegón”.
Un día,como de costumbre,estaba sentada en la “ventanita” del malecón, vio aparecer en el horizonte un hombre solitario, remando una balsa en alta mar; a medida que se acercaba, dejaba al descubierto su aspecto tosco y rechoncho, barbudo, de rasgos europeos,con una que otra cicatriz; traía consigo baúles, repletos de aperos propios para una aventura marina, especialmente su hamaca, brújula,arpones,navajas, cuchillos, además de su infaltable bodega.
Mare forza! gritó el lusitano, quién llegó a la isla de manera anónima,pues nunca se supo su origen, apenas se le conoció con el nombre de Yoao o “Tiburón” mote que respondía a su aspecto barrigón, que hacía símil con el característico cetáceo considerado el “León del mar ” y por el cual sentía temor y respeto. Lo que si se sabía de él, era su experiencia como navegante errante y aventurero.
Su soledad lo abrumaba, sufría achaques paranoicos. Una noche, de regreso de la taberna, luego de haber tomado hasta donde su cuerpo aguantó, entra a su casa-caney y se acuesta en su hamaca; obnubilado por los efectos de la copa, comienza a sentir delirium tremen, se le oye conversar con los fantasmas de sus recuerdos, hacía gestos de enfado, gritaba, reía, lloraba,pero nadie lo oía, a no ser su soledad,era un hablar consigo mismo.
De pronto, oye que la puerta del caney se abre y aparece Soledad,la mujer devoradora de hombres; Yoao quedó en su hamaca en posición yacente, con una mirada trémula y confusa; lo cierto es que Yoao, comienza hilvanar una extraña sensación de suicidarse que irradia su débil mente, para ello preparó su plan para irse de este mundo.Comienza escribiendo una carta, explicando los motivos de su irreversible decisión, misiva que introduce en una botella que lanza alas profundidades del mar; el mensaje va dirigido a su antigua esposa, hijos, amigos y a cualquier autoridad, con la esperanza de que algún día su mensaje llegue a buen destino.
En su primer intento se lanza en un vivero de tiburones, espera y no pasa nada, los tiburones se habían saciado con focas.
Se regresa y toma un frasco de veneno, se toma una porción y se acuesta en la hamaca esperando la reacción,a la hora, siente que no ha pasado nada. Mira el frasco que dice “veneno letal”; se toma la otra porción y espera un rato y no pasa nada. Parece que alguien cambió el contenido por leche de magnesia.
Abre su baúl y saca un revolver cargado, se dispara en la cien derecha y no pasa nada, toma de nuevo el arma y se dispara de nuevo, no sucede nada.Parece que alguien cambió las balas por proyectiles de salva.
Decide ahorcarse, ata un mecate del techo del caney, se coloca la soga al cuello y cuando decide lanzarse al vacío, se produce un temblor de alta intensidad que provocó el desplome de toda la estructura del caney, no pasó nada.
Ya al punto de dejarse besar por Soledad, recibió una carta de su esposa clamando que no se suicidara y regresara a sus brazos. De pronto despertó de su pesadilla.

CUENTO:" MACHO QUE SE RESPETA" ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )


Desde muy temprana edad me apasionaban las historias sobre la vida que lleva un”macho” un tema, por demás folklórico, con ribetes de humor e ironía.
La estampa del macho en Venezuela ha sido tratado desde el punto de vista musical, literario, teatro y especialmente humorístico a través de sketch en programas cómicos televisivos de primerísima audiencia, con artistas de alto calibre histriónico, entre ellos: Emilio Lovera, con su famoso “Palomino Vergara” que extasiaba a la audiencia con aquella frase ”Macho que no se respeta no es macho”; igualmente, el recordado Jorge Tuero, interpretando su personaje ”El Terror del Llano” que hacía alisar la cara a más de un amargado, con aquellas atrevidas ocurrencias que hacían parodia con las peculiaridades del llano:¡Baldomero! voy a tener que contratar un contabilista para cuantificar cuántos muertos llevo, porque ya perdí la cuenta; cuando le pregunta a Baldomero ¿cómo está mi machete? y éste le contesta con doble sentido: ¡ay su merced! su machete no corta ni mantequilla.
No hay barrio en Venezuela donde estas expresiones dejen de usarse, para hacer referencia a los machos”pecho peluo” En música es menester recordar al famoso” Pedro Navaja” con su diente de oro y su típica navaja. Durante mi adolescencia era una nota escuchar rancheras con mis amigos; entre copa y copa en un bar de mala muerte, platicábamos sobre nuestras primeras conquistas amorosas, era un ambiente para graduarse de hombre.
Todo pueblo tiene sus típicos cuchitriles etílicos identificados con el modo de ser del dueño; el bar de mi pueblo tenía sólo una sala, una rockola y una improvisada barra. Una noche oímos entre los contertulios de barra que discutían y se quejaban, que otrora tiempos, había “machos de verdad”, que se invitaban a matar para saldar un cuenta o un agravio de honor. Se acabaron los machos – decían – Total que el tema de la borrachera era la desaparición de los machos.
A media noche, se aparece un hombre de aspecto tosco y vulgar, de ojos llorones, usaba tabasco en vez de colirio, prendía cigarros con un tizón del fogón, usaba botas con espuelas sin tener caballo, en su techo corporal sobresalía un sombrero “pelo e guama”. Todos notaban su presencia por sus ademanes de hombre pendenciero. ¡Llegó el hijo de Juana!… ¡Pedro me llamo! “Alma Grande” para servirles! dando dos palmadas ordena servir cervezas pa’ cuantas cabezas vea! Y cuando pida comida, no vengan con “comida pa’ pájaros “Está fue la tarjeta de presentación del extraño y desconocido macho. Alguien oyó decir que el sujeto tenía dos meses viviendo en el pueblo de los “embarrancados” famoso por la proliferación de alambiques de miche san jonero y demás menjunjes etílicos, allí pesaba y  descuartizaba ganado en el matadero principal, llamado el “museo de la puñalada” por la costumbre  de sus  trabajadores de portar machetes, cuchillos, dagas para defenderse.
En el trascurso de la noche, se veía venir una trifulca porque el intruso comenzó a gritar ¡En este cuchitril no hay hombres, sólo veo gallinas que “cacaraquean”! En acto seguido, sacó de la base el mostrador que servía de barra. Las sillas y botellas volaban como mariposas de alto vuelo. Llegó la policía con un contingente de 12 hombres y durante 12 horas no pudieron someterlo, se atrincheró debajo de la patrulla. Alguien logró ubicar  a la esposa de nombre JUANA, de apenas metro y medio de estatura y ésta tomó un “Rejo de cuero de ocho nudos y sólo dijo: ¡Pedro, sinvergüenza! y bajo una lluvia de regazos lo condujo como ovejita a su casa. De verdad, éste macho no se respeta.

CUENTO: " EL TAXISTA " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

No hay profesión que tenga más anécdotas que la de un taxista y un vendedor de casas viejas, el primero porque depende del “full chola”, el segundo por la camándula de maldiciones que recibe por su oficio, por coronarse una propiedad ajena, dejando por lo general más descontento que aciertos en el espíritu de las partes de un litigio, ya que siempre se lleva una “tajada” sin ser arte ni parte del dúo comprador -vendedor. El taxista con lo suyo, el vendedor con lo ajeno.
Un día Cayetano Umbría, contrata los servicios de un taxista de la ciudad que llamaban “la lora” y la “aguja” por razones obvias. ¿Está desocupado usted? si señor, suba. ¿Cómo trabaja usted? Trabajo por carrera o por kilómetros, ve ahí el taxímetro -inquirió el chófer- Yo necesito una carrera para trasladarme a un pueblo del Estado Lara que queda a 150 kilómetros, eso vale Bs 15.000 porque el kilómetro lo marca el taxímetro en Bs 100 me deja en la mitad del destino -dice el viajero- sólo tengo para cancelar Bs 7500.
Partimos y en el transcurso del viaje el taxista comienza a reportarse: llevo un acuario…cero peces! cola de caimán, media naranja!…copiado, fuera!En pleno viaje entran en confianza. Cayetano le confiesa, que el oficio de taxista, como el de vendedor de casas viejas es altamente riesgoso y comprometedor. Mi oficio -inquirió- tiene muchas anécdotas, pero la que voy a contar me marcó para toda la vida: en un pueblo del Tocuyo asistí a la venta de una casona vieja, ubicada en pleno corazón del municipio Moran, la compra-venta se hizo larga y tediosa, por los conflictos dejados por la dueña al morir; ella siempre quiso que la propiedad se la vendieran “barata” al cura de la localidad;esto nunca fue posible, puesto que logré venderla a un comerciante próspero de Valera.
Siempre  iba y venía, hasta que por fin se oficializó el documento. Una noche estando en una parada a la espera del transporte para regresar, se me apareció una señora extraña con una inmensa maleta negra, me solicitaba la dirección de una doña llamada Maricela Andrade, ese nombre -dijo- me retumbaba en los oídos y apenas pude responderle, la que yo conocí vive o se mudó para el cementerio; todavía recuerdo la similitud de la “aparecida” con doña Marcela, que se me aparece cada vez que viajo por estos lares tocuyanos, como reclamándome el hecho de haber vendido la casa que heredó de su difunto esposo a un hombre de mal proceder, que trajo al pueblo todos los vicios, pues convirtió la otrora casona respetable, en un prostíbulo.
Siempre se me aparece por esta carretera, no se asuste si nos sale de ida o venida. Terminada la anécdota y ya cerca de la mitad del viaje, el taxista todo asustado aceleró el motor y le dice a Cayetano: Mi patrón! no me queda otra que llevarlo hasta el Tocuyo, pero de regreso no me nombre a esa mujer. De regreso por la vía de Quibor entran a una venta de carne de chivo, allí, Cayetano Umbría le pregunta ¿Cúal ha sido la anécdota que más ha impactado su vida como taxista? Es triste e irónico lo que le voy a contar: Un día un policía -de paso mi compadre de matrimonio- solicita mis servicios de manera urgente, yo lo miro y me sorprende su estado neurótico y nervioso.
Ya dentro del taxi le pregunto ¿que te preocupa? En que puedo ayudarte, compadre? Porque cargas ese revolver? El hombre todo abismado me dice: me acaban de llamar que mi esposa está con un hombre en el hotel “la garza” y voy a matarla…No! no haga eso -le dije -deme el revolver y yo me comprometo a echarle una “paliza” por ser tan sinvergüenza mi comadre, el hombre aceptó espera dentro del taxi y yo voy entrando y oteando pieza por pieza, cuándo el hombre me ve saliendo con una mujer llevando más palo que una gata ladrona,  me grita! No le pegue más porque me la va a matar! a lo que yo le respondí ¡Compadre, la que tengo aquí no es la comadre, es mi mujer! Al final los dos comprendieron que “Un matrimonio sin cachos es como un jardín sin flores”.

CUENTO: " CUENTOS DE INMIGRANTES " ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ, 2016 )

“Se sabe dónde se nace pero no dónde se muere”, esa frase es como un rio que navega en nuestra mente, en nuestros recuerdos a la hora del asomo de esas brisas o vientecitos, que ululan desde recónditos mares hacía nuestras costas, puertos y aeropuertos; vienen como abriendo ventanitas; llegaban como semillitas humanas, echando raíces físicas y espirituales, agrandando ese mestizaje que llegó a complementar nuestra identidad como pueblo, a través de sus usos y costumbres. No está de más, recordar a Vicente Gerbasi en su obra “Mi padre el Inmigrante”, poema dedicado a su padre Juan Bautista, nacido en una aldea viñatera de Italia, a orillas del mar Tirreno, y murió en Canoabo, pueblo del estado Carabobo, obra que esboza la nostalgía del terruño quedo:
Venimos de la noche y hacía la noche vamos /
…atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses…/
atrás quedan las glorias que apagan ráfagas seculares /.
En la década de los sesenta, tuvimos la dicha de conocer las “colonias” de italianos, españoles, portugueses y sirios, que recibieron abrigo en nuestra Venezuela, siempre solidaría y acogedora. Recuerdo, que los primeros hoteles y restaurantes fueron obra de su ingenio. Siempre nos interesaba conocer de sus historias, costumbres, cultura; en ese afán conocimos al sirio Manuel; nos contó una historia sobre las contradicciones entre el poder, la vanidad y los delirios de grandeza del ser humano. Comenzó a contar la historia de un niño llamado Ransem, era un muchacho de 14 años, hijo huérfano de unos padres beduinos nómadas, que habitaron en los desiertos de Arabia.
Un día se escapó de su tribu y luego de merodear un oasis de un rico pastor, para saciar su sed y hambruna, continuó su peligrosa aventura por el desierto, orientándose por la postura de los astros y de la luna; tenía que apresurar sus pasos porque presentía que lo buscaban para castigarlo.
Así anduvo errante noche tras noche, sin rumbo, hasta que vio aparecer un anciano vendedor de “dromedarios”, éstos se caracterizaban por tener una sola “joroba”, a diferencia de los típicos camellos; el anciano era de aspecto flaco, algo quijotesco, de piel curtida por el sol del desierto, era de carácter recio pero noble. Para Ransem este encuentro le volvió el espíritu, olvidándose de su condición de prófugo; captó en el decano un afecto paternal; dijo llamarse Asef, de origen jordano; acamparon por tres lunas, compartieron leche y miel con medruscos de pan.
En tres días y tres noches le contó le contó historias sobre reyes, origen del mundo, el origen de ricos y pobres, la avaricia, el egoísmo y el don del poder. Ransem sentía deleite al oír al pastor y se atrevió a preguntar: “¿Qué se necesita para ser rey?”. “Se necesitan muchas cosas” – contestó el abuelo – “pero a tu edad no vas a entender, pero pon oído a esta pequeña historia sobre un rey que invadió un feudo, convirtiendo a sus habitantes en esclavos, convirtiéndose en un cruel vendedor de esclavos, implantó la pena de muerte, llegó a tener trece harenes, un palacio imperial construido en marfil y mármol blanco, acumuló una inmensa riqueza en oro y diamantes, no le faltaba nada, creía tenerlo todo.
En sus ansias de poder invade feudos cercanos a su reinado, en uno de ellos hace prisionero a un rey y lo condena a la horca, no sin antes despojarlo de un misterioso anillo, cuyo orfebre fue asesinado para asegurar su secreto. El anillo tuvo en manos de muchos reyes, pero ninguno pudo develar el enigma perdido desde los ancestros. Todos murieron de manera trágica. El cruel rey se hizo famoso en todos los confines de África, pero como dice el sabio ‘todo tiene un principio y un fin’.
Un día por la mañana, su jefe de la guardia pretoriana ve venir un ejército invasor, bien armado, que quintuplica a sus soldados; en la refriega su ejército es aniquilado, las fuerzas vienen por el rey y algo más. Un esclavo negro, el más leal del palacio saca al rey por una catacumba y lo conduce entre montaña y montaña. El rey fugitivo lleva la corona, el anillo y una túnica de seda y algodón, con hilillos de oro, que pronto el sol y la lluvia lo convierten en un auténtico harapo; se ve vencido, humillado; víctima de todo tipo de pesadillas, ya casi extenuado exclama ‘¡Qué ironía! Yo que fui rey, que tuve el deleite de todos los placeres de la vida, ahora deambulo como un pordiosero’. Su esclavo en un gesto de piedad le dice: ‘Usted es mi rey y yo su esclavo, antes éramos esclavos, usted del poder y yo de su imperio; ahora somos libres’. El esclavo logra sacar al rey por el mar, constatando una embarcación cuyo dueño recibe como pago el anillo; cada vez el rey se siente menos rey y en las vísperas de su muerte se le oyó esta máxima: ‘El poder dura poco menos que el reflejo de un lucero y la vida es un tejido de ilusiones’”.
El viejo terminó su cuento y se despidió del muchacho diciéndole: “Luego de tres lunas me esperas de regreso y te mostraré una alfombra y un ‘tapete’ que hallé en mi infancia y donde aparece en jeroglíficos la clave para desentrañar el enigma del misterioso anillo que abre todas las puertas de la sabiduría. Ransem recuperó el anillo y fue rey hasta su muerte a los 90 años.