miércoles, 1 de febrero de 2017

CUENTO "RECUERDOS DE UN FRUTERO CARAQUEÑO "


Caracas es una ciudad impredecible por la cantidad de historias y anécdotas que abundan en su cotidianidad. La Caracas de los años 80 era una ciudad que enamoraba por su gente, su historia, su música, especialmente su vida comercial y nocturna.
Así se le oía decir al “turco Gilberto ” cuando se le preguntaba ¿Por qué a Caracas se le llamaba la sucursal del cielo? Gilberto, un Trujillano que llegó a la capital para dedicarse a Frutero, de cuya actividad se hizo próspero y se le incrustó en toda su epidermis cultural la vida caraqueña. El frutero – decía Gilberto – llegó a ser el ícono de la cultura urbana caraqueña, ya que a través de él se daba esa fusión entre caraqueño, andino, oriental, llanero y zuliano. No era pocas las veces que se le oía decir a los fruteros: “Caracas es Caracas, lo demás es monte y culebra” expresión que desnudaba el apego del frutero hacia la ciudad que los cobijaba.
Todo  frutero le colocaba un ambiente musical a las esquinas con música de moda. Recuerdo que Oscar de León y la Dimensión Latina dedicaron una canción llamada “El Frutero”, una especie del género de salsa y música tropical; era un deleite abordar un medio de transporte y oír por el reproductor esa pieza musical que enamoraba al caraqueño de a pie:
Las frutas son como flores / llenas de aromas y saturadas de miel / fruta, quién quiere comprarme frutas / mango, de mamey y bizcochuelo / piña, piña dulce como azúcar / quieres comprarme frutas sabrosas / marallones y mamoncillos del caney.
Para el turco, era un éxtasis recordar después de 34 años su añorada caracas, la conocía de palmo a palmo, pero dijo a quienes le oíamos  sus anécdotas, “¡amigos! Caracas también te pone tus trampas. Un día andando con mi hijo, éste se antojó de una chicha en la avenida Baralt, entre las esquinas La Gorda y Puente Llaguno, comprado el producto caminamos un trecho saboreando la sabrosa y rica merengada, de pronto el muchacho sintió atragantada la garganta y convulsiones que le hicieron expulsar un anillo de oro. Al día siguiente nos fuimos al edificio La Francia y allí nos dijeron que el aro tenía sobre el bisel dos diamantes de alto valor. A los dos meses, salió en la sección de sucesos del diario Últimas Noticias la siguiente reseña: Capturada Banda de ladrones y chicheros que operaban entre las esquinas La Gorda y Puente Llaguno dedicadas al robo y hurto de carteras y cadenas de oro. Ese anillo lo conserva mi hijo Renato -el turquito- para recordar aquella rica y sabrosa chicha. Con napa y todo. Hoy Caracas no es la misma, pero la llevo en el corazón”.

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