lunes, 20 de febrero de 2017

CUENTO: " LA FURGONETA FORENSE" ( AUTOR SAÚL BRICEÑO FERNÁNDEZ,2017)


Saúl Briceño.- Una de las características del trujillano es su solidaridad, hacer amigos y favores; hacer el bien sin mirar a quién, es el camino que guía la idiosincrasia del ser trujillano. Ese manantial de virtudes humanas proviene de la vida campestre, donde se aprende a compartir el pan y el amor con el prójimo. Así somos los “gochos” decía Pablo, un lugareño que tenía como medio de sustento una camioneta pick-up con una batea amplia, que utilizaba para mudanzas, vender mercancías,  y algunas veces, cuando las circunstancias lo ameritaban, hacia las veces de transporte público.
Su ruta o labor cotidiana la realizaba entre los caseríos de Flor de Patria, la Concepción y la capital Trujillo. La camioneta de Pablo se hizo famosa, llegó a ser bautizada como “La Pampero”, porque su dueño los fines de semana se montaba sin bajarse del denominado “caballito frenao”. La batea de su amada Pampero se llenaba de borrachos, para llevarlos a su casa a altas horas de la madrugada. Un día, estando en Flor de Patria se muere un señor, pero en el lugar no hay funeraria, por lo que llaman a Pablo para que se dirija a Trujillo a comprar un ataúd, diligencia que hace, pero al regreso le suceden unas sorpresas, que hacen pensar a Pablo, que el propio difunto no quería que lo enterraran.
Al regreso de Trujillo a Flor de Patria se aparecen en el trayecto dos amigos: “El Chingo” y “La Surupa”, que le piden la cola. Estos se ubican en los puestos delanteros y siguen la ruta trazada. Todo iba, a decir de Pablo “viento en popa”, pero más adelante se topan con el “Gordo Ganzúa”, quien solicita la cola y se sube a la batea al lado del ataúd. A mitad de camino comienza a llover a manera de lo que los andinos llaman “tremendo palo de agua” y el gordo comienza a incomodarse, por lo que Pablo le sugiere que se meta en el ataúd mientras pasa el torrencial aguacero.
El “Gordo Ganzúa” no quedándole otra alternativa, se introduce en la caja mortuoria y se queda dormido. Pasando por la Concepción se aparece otro amigo apodado “la rockola”, muy conocido por el arte de doblar las mejores canciones románticas de la época. Éste le ruega que le dé la cola y Pablo que nació para hacerle la segunda a cualquier mortal, lo invita a que se suba a la batea. Éste sube, no sin antes persignarse ante el féretro, que daba al ambiente un hálito de miedo y misterio.
Ya muriendo la tarde y acercándose a Flor de Patria, el invierno no se siente, por lo que “El Gordo Ganzúa” abre la tapa del ataúd y se sienta todo sudado. Inmediatamente “la rockola” en medio del shock, se espanta y se tira de la camioneta, el gordo también sorprendido y confundido, se lanza del vehículo, porque pensó que se le había aparecido el propio difunto, reclamándole la profanación de su esperado recinto. Los dos fueron ingresados a un centro asistencial, quedando ambos en sillas de rueda. De ahí en adelante la camioneta de Pablo fue re-bautizada como la “furgoneta forense” y más nadie volvió a pedir una cola.

miércoles, 1 de febrero de 2017

CUENTO: CECOTTO Y LA PARCA

Si es cierto, que en nuestra alocada vida desde la niñéz ondean en nuestra mente las imágenes de un hospital, una iglesia y un cementerio, no sin embargo, tratamos de hacerlas indiferentes, como si la cosa no fuese con nosotros.Esto lo afirmaba mi amigo Miguel en su declive como practicante de los deportes extremos, que siempre lo mantenían entre los linderos de la Adrenalina y la dopamina. Esto lo afirmaba mi amigo Miguel, a quien lo llamaban cariñosamente "Cecotto" por las innumerables " Piruetas" que hacia en su destartalada moto, para llamar la atención de las chicas del barrio. Un día sábado, tocan a la puerta  de su casa para avisar que " Cecotto" había sufrido un accidente, siendo ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos por la gravedad de las lesiones. Su padre Ramón se dirige al nosocomio todo atribulado,  en el camino se le oyó comentar aquel adagio que dice: " Tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe". Miguel yacía inconsciente, con las extremidades con múltiples facturas. Los galenos pasaron  meses para recuperar y salvar su vida. Para Miguel la moto era su vida, su pirueta favorita era hacer el famoso " Caballito".su sueño era competir en un campeonato de ese deporte extremo, pero la vida le jugó una mala pesada.Hoy yace en una silla de ruedas como una ficha más del ejército de discapacitados como consecuencia del mal uso de los llamados caballitos de acero.Hoy no quiere saber nada del mundo de las motos. Cuenta Miguel, que estando moribundo soñó que iba haciendo piruetas a toda velocidad en una avenida y de pronto sintió que a su lado se apostó otra moto cuyo conductor era la " La Paraca" su imägen desnudaba una calavera o espectro envuelta en un traje negro y con capucha, portando una " Guadaña" formada por un mango largo y una cuchilla ancha y larga y puntiaguda. Llevaba una libreta de anotaciones y me gritó: DALE ESTUPIDO...DALE...! SEGUÍ JODIENDO QUE YA TE TENGO ANOTADO...! Creo - decia Cecotto - que me dieron una segunda oportunidad pero a costa de una ironía: " Piaste tarde pajarito"

CUENTO "RECUERDOS DE UN FRUTERO CARAQUEÑO "


Caracas es una ciudad impredecible por la cantidad de historias y anécdotas que abundan en su cotidianidad. La Caracas de los años 80 era una ciudad que enamoraba por su gente, su historia, su música, especialmente su vida comercial y nocturna.
Así se le oía decir al “turco Gilberto ” cuando se le preguntaba ¿Por qué a Caracas se le llamaba la sucursal del cielo? Gilberto, un Trujillano que llegó a la capital para dedicarse a Frutero, de cuya actividad se hizo próspero y se le incrustó en toda su epidermis cultural la vida caraqueña. El frutero – decía Gilberto – llegó a ser el ícono de la cultura urbana caraqueña, ya que a través de él se daba esa fusión entre caraqueño, andino, oriental, llanero y zuliano. No era pocas las veces que se le oía decir a los fruteros: “Caracas es Caracas, lo demás es monte y culebra” expresión que desnudaba el apego del frutero hacia la ciudad que los cobijaba.
Todo  frutero le colocaba un ambiente musical a las esquinas con música de moda. Recuerdo que Oscar de León y la Dimensión Latina dedicaron una canción llamada “El Frutero”, una especie del género de salsa y música tropical; era un deleite abordar un medio de transporte y oír por el reproductor esa pieza musical que enamoraba al caraqueño de a pie:
Las frutas son como flores / llenas de aromas y saturadas de miel / fruta, quién quiere comprarme frutas / mango, de mamey y bizcochuelo / piña, piña dulce como azúcar / quieres comprarme frutas sabrosas / marallones y mamoncillos del caney.
Para el turco, era un éxtasis recordar después de 34 años su añorada caracas, la conocía de palmo a palmo, pero dijo a quienes le oíamos  sus anécdotas, “¡amigos! Caracas también te pone tus trampas. Un día andando con mi hijo, éste se antojó de una chicha en la avenida Baralt, entre las esquinas La Gorda y Puente Llaguno, comprado el producto caminamos un trecho saboreando la sabrosa y rica merengada, de pronto el muchacho sintió atragantada la garganta y convulsiones que le hicieron expulsar un anillo de oro. Al día siguiente nos fuimos al edificio La Francia y allí nos dijeron que el aro tenía sobre el bisel dos diamantes de alto valor. A los dos meses, salió en la sección de sucesos del diario Últimas Noticias la siguiente reseña: Capturada Banda de ladrones y chicheros que operaban entre las esquinas La Gorda y Puente Llaguno dedicadas al robo y hurto de carteras y cadenas de oro. Ese anillo lo conserva mi hijo Renato -el turquito- para recordar aquella rica y sabrosa chicha. Con napa y todo. Hoy Caracas no es la misma, pero la llevo en el corazón”.

CUENTO: "AMORES DE UN PAYASO "


Desde niño admirè a los payasos fuesen del gènero femenino o masculino, tuve la oportunidad de ser vecino de una familia Colombiana, cuyos miembros ejercían el oficio de Payaso, entre ellos ” cepillo” ” melcocha” y ” Campana”. La vida del payaso transcurre en mostrar lo que es, lo que siente, lo que le sucedió en algún momento de su vida y que le impactò de sobre manera, además, reir y hacer reír, aunque en su interior haya tristeza. Siempre le acompañaba en su sala de star o vestuario: lo primero que hacían era pintarse la cara, ponerse pantalones muy grandotes sostenidos con elásticas  y puntos y rayas de multicolores, además de zapatos enormes ;de  ahí salían a cumplir compromisos con algún circo. De ellos aprendì a ser payaso tenièndo apenas 15  años. Fueron veinte años de carpa en carpa, de país en país donde las anècdotas superan las de un marino mercante, en sus turbulentos desafíos que deparan los bravíos mares y Océanos. Yo entrè junto con “cepillo”, “melcocha” y campana” a trabajar como payaso en el ” RANSAS CIRCUS” cuyo propietario era un Italiano llamado DON Mercusio, a quien gustaba mi repertorio, convirtièndome en la atracción del espectáculo circense por la cantidad de aplausos que recibìa del público espectador. MERCUSIO tenia una linda hija llamada ” Irama”, cuya belleza cautivaba, siempre iba a su lado, al igual que un enano llamado ” caprenco” y el trapecista  “sansonis Espartacus”” que parecía un perfecto ” Charles Atlas”  añoraba para su hija un hombre fuerte que le diera seguridad. El circo también contaba con un afamado mago llamado ” Orión” experto en hacer aparecer y desaparecer objetos y personas, además de practicar la brujería. Mi amigo “cepillo” se enamora locamente de Irama. Un dìa se le acerca con esas miradas que hablan màs que mil palabras, le confiesa su amor.La inmaculada niña, toda sonrojada le manifiesta que ella también està enamorada, pero le pide que se vean a escondidas, porque su padre quiere casarla con el trapecista. Ambos decidieron verse en un establo alejado de la carpa, pero sus conversaciones fueron oídas por el enano, quien notifica todos los detalles del noviazgo. Don Mercursio ordena encerrar a su hija en un sótano, manda a llamar al mago y le ordena asustar al novio con un aparecido. Mientras ” cepillo” espera la ansiada llegada de la dama , oye unos ruidos extraños, acompañados de un hombre gigantesco con muchas manos y varias cabezas que le grita que viene a llevárselo para el infierno, èste en un desesperado mecanismo de defensa le riposta que el acepta que se lo lleve, pero que le permita hacer el último libreto como payaso, aceptada la propuesta el espirito maligno se reìa y aplaudìa, de esta manera, pasò toda la noche hasta que apareció el sol y el espanto tuvo que huir. Mi amigo cepillo corrió a buscar a su amada y en el camino se encontró con Don Mercusio, quien le dijo: usted! me demostró que no tiene miedo y que mi hija en sus brazos està segura, así que tiene su puesto ganado.

LAS ANGUSTIAS DE UN PAYASO


El circo llego al pueblo y se asentò en una de sus mesetas, con sus carrozas de payasos, malabaristas, enanos, trapecistas, magos, adivinadores y una especie de safari con tigres, leones, monos, loros, guacamayas, elefantes, jirafas, caballos burros. A los 5 días de iniciar sus funciones, comienza a llover, de manera que las precipitaciones movían las carpas. Al sexto dìa, al amanecer, su director Don Elbano, observaba que sus animales manifestaban inquietud, que presagiaba la presencia de un fenómeno cuyo alcance superarìa la capacidad de conservación de los habitantes del pueblo, envía a su payaso " Peluquín" que estaba disfrazado para comenzar su actuación. El payaso triste y llorando, pidió a los habitantes auxilio y  solicitò ayuda para mudar el centenar de animales que corrìan riesgo de morir por una avalancha de lodo que ya comenzaba a anegar los espacios del circo, pero la ironía no se hizo esperar, los pueblerinos creian que era una estrategia del payaso" Peluquìn" para que colmaran las gradas del encarpado para presenciar una de las funciones del polifacètico payaso , así que, en ves de alarmarse, comenzaron a aplaudir. El payaso se sintió frustrado al no poder convencer a sus admiradores del peligro que corrían no solo la familia circense y sus animales sino también el pueblo entero. El payaso sentía en esos momentos màs ganas de llorar que reir...y no había manera alguna de que los incrédulos espectadores le creyeran, hasta que al final el lodo lo dijo todo en las propias narices de un pueblo que no quiso morir. Solo quedaron vivos un ciego, un sordo y un mudo que terminaron sus últimos años convertidos en verdaderos trotamundos, difundiendo por el mundo la filosofía necesaria que enseña como transformar el dolor en risas y alegrías, para convencer a los que no creen en la verdad y la solidaridad como un camino para encontrarnos.